En plena vorágine capitalista, en plena expansión del poder de los mercados, la economía está ocupando la mayor preocupación de la ciudadanía y su consecuencia más inmediata, el desempleo, su mayor temor. Para los gobiernos amigos y, por lo tanto, cómplices de este sistema económico, especulador y mercader, la creciente desigualdad y, el aumento consecuente de la violencia de género, ha pasado a un segundo plano, si es que alguna vez, ha ocupado otro. El patriarcado y el capital, en armonía permanente, han encontrado de nuevo un momento propicio para nuevas alianzas a la hora de despojar a las mujeres de los derechos conseguidos con tanto esfuerzo. A nivel internacional nos hemos llevado la gran decepción con la llamada “Primavera Árabe”, al comprobar que las revoluciones han sido absolutamente manipuladas para conseguir unos fines aparentemente democráticos, que en nada pretendían cambiar las condiciones sociales de las mujeres de estos países. Muy al contrario, algunos de estos países anteriormente laicos, ahora han sido tomados por la fuerza de los integrismos religiosos y a las mujeres les espera un futuro mucho peor. Es alarmante el olvido de las mujeres afganas, el aumento de las ablaciones hasta en entornos occidentales, el afianzamiento de[…]
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